viernes, 17 de febrero de 2012

El cuento: origen y desarrollo (109) por Roberto Brey

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Juana Manuela Gorriti (continuación)

En 1874 se estableció en Buenos Aires, donde se dedicó a recopilar e imprimir su producción y a escribir relatos autobiográficos, como el texto titulado "Lo íntimo", editado luego de su muerte, en Buenos Aires, en 1892.
En 1879 regresa a Lima donde fallece su hija Mercedes. Entre 1880 y 1886 viaja entre Lima y Buenos Aires. En 1886, anciana y enferma regresó desde Buenos Aires a Salta en ferrocarril, acosada por el presentimiento de la muerte, para visitar los escenarios de su infancia.
Para muchos, precursora de la novela argentina, pues los cimientos de la actual están en la generación del 80, significó un siglo de avance por el sólo hecho de haber tenido que valerse por sí misma, en un mundo hostil e insensible a sus aspiraciones.

Justamente, es la estudiosa argentina Alicia Poderti, quien asegura: “La historia de la novela en Argentina se inicia con la publicación de su relato La Quena, en 1848”. En realidad, desde 1845, cuando la Revista de Lima publicó los primeros capítulos La quena, su primer relato de unas 60 páginas, siguió escribiendo casi sin interrupción).
Para Poderti: “La escritura de Juana Manuela Gorriti, innovadora del discurso femenino y el imaginario nacional, se va construyendo sobre su propia biografía, en la que se conjugan las incipientes historias nacionales de tres países: la Argentina andina, Bolivia y el Perú. En su producción es posible descubrir la forma en la que se creó un espacio femenino dentro de las comunidades de cada país, la historia de las representaciones nacionales formativas, el lugar de la literatura en las sociedades poscoloniales y la intimidad de las guerras independentistas, en las que a la mujer le cupo un lugar fundamental.”

Además de la novelesca vida de Juana Manuela Gorriti y su prolífica labor literaria, también es reconocida por su libro de cocina autóctona: "La cocina ecléctica", reconocido no sólo por su valor gastronómico, sino también como aporte documental de recetas folclóricas argentinas, de otros países latinoamericanos y de la  cocina europea de su época. Una anécdota cuenta que las empanadas son llamadas en Bolivia "salteñas" debido a que como esposa del presidente boliviano Belzú difundió su preparación y consumo en ese país.

Otra estudiosa argentina, María Gabriela Mizraje, dice al respecto: “Cocina ecléctica (1890) puede recorrerse como pot-pourri de la memoria en que todo sucede hasta el hartazgo. Lugar donde probar lo local, otro mapa, un recorrido geográfico-gastronómico donde el plato puede funcionar como bandera, sinécdoque de la nacionalidad y excusa de las historias. Tradición de mujeres que (se) entregan (con) sus recetas. En Cocina ecléctica se guarda en verdad una receta literaria: cómo agotar las posibilidades de la femineidad en la escritura, la marca temática que constituye una decisión formal, lícita de imitaciones, como lo prueba Emilia Pardo Bazán.
 “La escritora del triunfo de la femineidad y los derechos de la mujer queda, sin embargo, inmersa en las contradicciones que su contexto le imprime. Demasiado romántica para ser estéticamente vanguardista, demasiado emancipada para resultar tradicional, Juana Manuela Gorriti corre y descorre a lo largo de sus textos los perfiles de la mujer que idealiza para las demás (virgen, esposa, madre).”

Y agrega describiendo la escritura toda de Gorriti: “si las recetas recorren una geografía heterodoxa y proceden de diferentes manos, el circuito de lecturas, tradiciones y apuestas que cruza las decisiones literarias de Gorriti reconoce, por lo menos, las filiaciones indígenas y española, lo gauchesco y lo norteamericano, los gustos de Paris, de Italia, de Alemania. Gorriti mezcla en citas y referencias, en emulaciones e inhumaciones estos derroteros textuales de la cultura universal que le han acercado el doctor general -su padre-, el canónigo, el coronel, el otro doctor, la biblioteca de los franciscanos; Juana Manuela no ignora a Poe ni a George Sand, a La Rochefoucald ni al canto quichua, a José Hernández, a Ricardo Palma o a Emile Zola. Mujer de su tiempo, intelectual al día del circuito posible por estos puertos del Atlántico, dedica, difunde, alude y construye tales cruces (...) Estuvo entrenada en crítica, en arte, en historia. Supo de las encrucijadas políticas y de las determinaciones económicas. Supo que la Bolsa de Comercio era una fagocitadora a la cual resultaba preciso temer (y esto lo entendió de manera absolutamente sagaz, moderna y previsora). Supo que el fin de siglo sacudiría las luces de toda la inmigración agazapada y que la inminencia política cambiaría algunos derroteros de la patria. Supo que el dandysmo achataba los méritos de la gesta patriótica de la Independencia y que los ponchos empezaban a caer allá donde se henchían las capas. Supo de la diferencia entre ser patricio terrateniente y ser aristócrata. Y supo, finalmente, que su apellido sufría un último destierro.”

José María Torres Caicedo (1830-1889), un colombiano que en 1863 prologó una edición de sus obras y que era un estudioso de la literatura argentina de entonces, la describe así: “Belleza de cuerpo, nobleza de sentimientos, elevación de ideas, bondad de corazón, prendas del alma, gracia en el decir y talento para contar; eso, más que eso, las decepciones y las lágrimas, forman la aureola que brilla sobre la inspirada frente de esta literata americana.”

De Juana Manuela Gorriti se puede leer “Quien escucha su mal oye”, en:
Las obras completas se pueden leer en: http://www.google.com.pe/books?id=DBqfgbR3keEC

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